Requerimientos:
Fecha de entrega: 17/11/14
Grupo de hasta 5 estudiantes
Aclaración: las respuestas deben ser enviadas a través del formulario de contacto.
ACTIVIDADES:
1 1 - Leer el siguiente texto y posteriormente ver el capítuo de Los Simpson: "Homero el Malo".
Realidad, irrealidad y medios
"Realidad e irrealidad de los medios de
comunicación", Daniel Innerarity
Que vivimos en un mundo de segunda mano es un
hecho que se lo debemos fundamentalmente a los medios de comunicación. Es una
ingenuidad pensar que tenemos un acceso inmediato al mundo, por experiencia
propia. A nada que uno reflexione, cae en la cuenta de que incluso lo que tenía
como una experiencia inmediata individual está mediada por los esquematismos y
plantillas de los medios de comunicación. La mayor parte de lo que creemos
saber es, en última instancia, algo de lo que hemos oído hablar, algo que nos
ha sido contado, cuya verdad se sostiene por la confianza en instancias,
autoridades, testigos y expertos. Es interesante subrayar esta circunstancia
porque generalmente no sabemos gracias a qué sabemos lo que sabemos.
La sociedad sólo
puede conocer el mundo a través de los medios de comunicación (si excluimos ese
mundo cercano, privado, que cada uno puede conocer inmediatamente). Incluso
cabe afirmar que ni siquiera estamos en condiciones de separar el saber que
tenemos a través de los medios del saber que hemos adquirido por experiencia
personal. Por supuesto que hay un círculo vital personal sobre el que se sabe
sin haberlo leído en el periódico. Pero no puede uno orientarse en el espacio
público sin el saber que se obtiene a través de los medios. Y probablemente
tampoco pueda ya ni siquiera aislarse una esfera privada del saber auténtico
que procede de la propia experiencia contra la influencia de los medios. Así
pues, la realidad es para nosotros realidad mediática, es decir, mediada,
mediatizada. Cada vez hay menos cosas que podamos experimentar de primera mano
en un mundo regido por la división del trabajo y que gracias a los medios se ha
hecho global, por lo que necesitamos de los medios para informarnos acerca de
él. Construimos nuestra imagen del mundo a partir de unos rumores que ya no se
transmiten en la comunicación oral, como en las culturas tradicionales, sino a
través de los medios.
Pero con ello el
concepto de realidad no se hace superfluo, llegando a adquirir unas
connotaciones especiales e incluso un atractivo particular; en los procesos
comunicativos de la sociedad contemporánea se muestran con mayor riqueza los
procesos complejos en los que la realidad se configura. La realidad únicamente
se puede definir a partir de las observaciones y remite constitutivamente a
símbolos y ficciones. Los medios no describen una realidad exterior sino que
ellos mismos son autores en un campo social de fuerzas en el que influyen y por
el que son influidos.
Por eso no tiene
mucho sentido acusar a los medios, genéricamente, de manipulación. Los medios
no están para afirmar cómo es la realidad “en sí”, sino cómo es vista por
otros. Los medios no informan de lo que pasa sino de lo que los demás
consideran importante. No se refieren primordialmente al mundo sino a sí
mismos. Tal vez la ilustración más elocuente de ello sea el modo como se
practica actualmente la política, que es una actividad cada vez más
intransitiva. La política únicamente reacciona a su transmisión en los medios.
La construcción mediática de la realidad ahorra a los políticos el contacto con
la realidad. En lugar de observar el mundo, los políticos observan cómo son
observados por los medios. Los medios les permiten un vuelo sin visibilidad.
Un caso
particular de esta autoreferencia del sistema comunicativo lo constituye la
cuestión del deseo, suscitado por los propios medios, de una realidad no
mediatizada. La realidad construida por los medios suministra una nostalgia de
realidad “autentica”. En paralelo con esa realidad de los medios, engañosa,
artificial y escenificada, crece también la exigencia de una realidad que se
caracterice por la autenticidad, la naturalidad, la corporalidad o la
espontaneidad, pero que aumenta justo en la misma medida en que precisamente
los medios tratan de simular esas propiedades y provocan la resistencia contra
ellos mismos.
Los medios no
manipulan en el sentido vulgar de tomar partido, sino que más bien esquematizan
los acontecimientos con los que se ha de contar, estabilizan las alternativas,
construyen el ámbito de lo que resulta posible. Su éxito consiste en prefigurar
la aceptación social de los temas, con independencia de cuál sea la posición
que se adopte respecto de ellos. Los medios proporcionan algo así como la
materia prima sobre la que se configuran las realidades en las que vivimos, los
asuntos sobre los que tenemos que opinar, las comunidades con o contra las que
tenemos que identificarnos. Los medios no están preparados para saltar en
cuanto algo acontezca sino que tienen la tarea de transmitir permanentemente
algo, aunque no pase nada (porque los políticos están de vacaciones o no hay
partidos de fútbol). Karl Valentin señalaba una vez lo asombroso que era que en
el mundo ocurriera exactamente lo que cabía en los periódicos. La causa de esta
exactitud estriba en que, de alguna manera, los periódicos determinan qué es lo
que pasa e incluso “cuánto” es lo que tiene que pasar.
Los medios
tienen la función, mediante su oferta de temas, de establecer una realidad
común como trasfondo: una realidad conocida, que en la comunicación y en la
interacción con otros pueda ser tácitamente presupuesta, compartida por todos
los que participan en la comunicación. Uno puede referirse a las noticias del
día, los programas de televisión, las figuras del cine o las tendencias de la
moda y dar por supuesto que los demás entienden de qué se habla. Los medios
producen una cierta memoria, que consiste en que pueden darse por supuestos
determinados presupuestos acerca de la realidad sin necesidad de justificarlos
o establecer un consenso explícito. La fortaleza de ese trasfondo es tal que
funciona incluso como referencia inevitable en aquellos discursos que pretenden
distinguirse de la opinión dominante o determinar cuál es la verdadera
realidad.
La
gran pregunta que entonces se plantea es qué pasa con nuestra libertad. Y la
respuesta remite a entender que los medios de comunicación se imponen de un
modo análogo a como la moda configura el deseo o como obliga la publicidad. Los
medios no necesitan imponerse absolutamente, ni generan consensos universales;
lo que hacen es asegurar una realidad de referencia. Uno puede opinar lo que
quiera de esos temas, pero precisamente de esos y no de otros. Se acepta
cualquier opinión con tal de que permanezca dentro de ese marco temático de
referencia. Que casi todo el mundo sepa de qué se habla en los medios no
significa que piensen lo mismo; incluso las actitudes originales, las
desviaciones, presuponen una misma referencia inteligible. Para desviarse de lo
común hay que conocer esa realidad de referencia y en este sentido nunca se
escapa completamente de la realidad construida por los medios de comunicación.
Video: Los Simpsons: Homero el malo
2-En
el capítulo que vimos de los Simpsons “Homero el Malo”, ¿Qué crítica se le hace
a los medios de comunicación?
3-Homero,
en una parte del capítulo menciona “La TV tiene razón, la TV siempre tiene
razón”. ¿Por qué creen que dice esto?
4-¿Qué
crítica se le hace a los medios de comunicación a través del presente capítulo de esta serie?
5-Con
respecto al texto “Realidad e irrealidad de los medios de comunicación”,
¿Porqué afirma que vivimos en un mundo de segunda mano? Ejemplificar.
6-
¿A que se refiere esta frase: “Los medios proporcionan algo así como la
materia prima sobre la que se configuran las realidades en las que vivimos, los
asuntos sobre los que tenemos que opinar, las comunidades con o contra las que
tenemos que identificarnos”?
7-¿Enumerar
grupalmente 15 aspectos de la realidad que ustedes conocen desde los medios de
comunicación?